En un par de días se abre la veda: regalos, comilonas y reencuentros familiares. Es Navidad e independientemente de nuestras creencias religiosas la tradición se impone. El belén con nieve de harina y la estrella brillante, el abeto iluminado, los brindis cargados de buenos propósitos, la suegra, el primo llorón,… cada año lo mismo.
Pero, ¿qué hay más allá de la celebración cristiana? ¿Puede la ciencia explicar algunos de los aspectos más tradicionales de estas fiestas?
A continuación presentamos algunas claves para entender el origen de varios ritos relacionados con las navidades. Quizás pueda ayudaros a darle chispa a alguna sobremesa interminable.
¿NACIÓ CRISTO EL 25 DE DICIEMBRE?
Navidad proviene de la palabra latina nativitas (natividad), en referencia al nacimiento de Jesús de Nazaret el 25 de diciembre. Sin embargo, los Evangelios (escritos alrededor de 100 años después de la muerte de Jesús), no menciona en ningún ludar la fecha exacta de dicho nacimiento. La fiesta de la Navidad fue reconocida alrededor del 330 d.C., cuando el emperador Constantino (306-337) legalizó el cristianismo en el Imperio Romano.
La elección del 25 de diciembre se debió a una efeméride mucho más antigua y celebrada a lo largo de toda la historia de la humanidad y en todo el planeta: el Solsticio de Invierno. El hombre siempre ha estudiado los ciclos de los astros en el cielo, por razones prácticas (agricultura) y espirituales. Por tanto no es de extrañar que en muchas sociedades de la antigüedad, entre el 20 y el 23 de diciembre se celebrara que el Sol alcanzaba su punto de elevación más bajo con respecto a la Tierra. El Solsticio de Invierno se caracteriza porqué coincide con la noche más larga del año en el hemisferio Norte y, por consiguiente, el día más largo en el hemisferio Sur.
En el Imperio Romano, el Solsticio de Invierno coincidía con una fiesta muy popular: la celebración del renacimiento del Dios Sol. A partir de este Solsticio los días empiezan a alargarse, significando que el Dios Sol ha salido vencedor y va a ir ganando fuerza hasta el Solsticio de Verano, el día más largo del año. Con la elección del 25 de diciembre para el nacimiento de Jesús de Nazaret se quiso significar su prevalencia sobre el Sol: Cristo era el verdadero Sol Invicto.
¿ORO, INCIENSO y MIRRA?
Los Reyes Magos de Oriente acudieron desde países lejanos para rendir homenaje a Jesús de Nazaret. Los Evangelios solo hablan de “magos”, en ninguna parte se indican sus nombres, ni que fuesen reyes, ni que fueran tres. La tradición dice que al llegar a Belén los Reyes Magos le entregaron al niño Jesús 3 regalos: oro, incienso y mirra.
¿Por qué eligieron esos presentes?
El Rey Melchor llevaba el oro, un metal precioso que ya era muy valorado desde tiempos remotos. Su valor no se debía solamente a su belleza y resistencia a la corrosión, sino también a su facilidad para ser trabajado y a su baja dificultad de extracción. Debido a su escasez, muy pronto comenzó a usarse como moneda de cambio.
El incienso fue el regalo del Rey Gaspar al niño Jesús. El incienso es una resina vegetal de la familia de las burseráceas, y al arder desprende un humo aromático. Estas resina es balsámica (mucolítica y expectorante) y, por tanto, ayuda a aliviar los síntomas de la gripe y del resfriado.
En la medicina india se ha utilizado siempre para tratar la artritis, y recientes investigaciones de la Universidad Johns Hopkins (EEUU) han demostrado que el incienso puede aliviar la depresión y la ansiedad.
El último de los obsequios, la mirra que portaba el Rey Baltasar, es quizás el menos conocido de todos los regalos. Quien no se ha preguntado alguna vez: ¿pero, que narices es la mirra?
Pues bien, la mirra es una sustancia resinosa aromática que se obtiene haciendo una incisión en la corteza del árbol “Commiphora Myrrha” (en el Noreste de África, en Arabia y Turquía). Tiene propiedades antisépticas, digestivas y antidepresivas. Los médicos chinos lo emplean para curar heridas, ya que ayuda a cicatrizar rápido. En la actualidad es muy codiciada por la industria cosmética y la perfumería, pues se considera revitalizante, con propiedades antiarrugas.
¿QUÉ ES ESO QUE BRILLA EN EL CIELO?
La Estrella de Navidad (sí, esa llena de purpurina que pegas a lo alto del árbol o en el pesebre), ha suscitado un debate de más de 1000 años. Los Evangelios recogen que una estrella guio a los Reyes Magos de Oriente hasta encontrar el lugar donde se hallaba el Niño Jesús. Desde entonces, científicos y astrónomos de todo el mundo han intentado entender cuál fue la causa de ese extraordinario fenómeno.
Uno de los astrónomos que últimamente más se ha involucrado en la cuestión, tras la publicación de su libro “Estrella de Belén”, es el astrofísico Mark R. Kidger del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).
Lo primero que destaca Kidger es que hay que partir del hecho de que la información sobre la estrella es escasa y, habitualmente, contradictoria. De entre las muchas teorías que se han barajado, las más plausibles son:
1. Una triple conjunción de Marte, Júpiter y Saturno, que marcara una línea horizontal sobre el horizonte. La conjunción de Saturno y Júpiter se suele producir cada 20 años y se tiene conocimiento que se produjo hacia el año 7 a.C. en Babilonia.
2. Un cometa que pasara suficientemente cerca de la Tierra para ser observado a simple vista. Una de las hipótesis habituales es que podría ser el cometa Halley, ya que cálculos realizados en el siglo XVIII de la órbita de este cometa indicaban que debería haber pasado en al año 1 a.C. De todas formas los cálculos recientes indican que el Halley pasó en al año 12 a.C, siendo plenamente compatible con una observación cometaria realizada por astrónomos chinos, así que el Halley no puede ser el anhelado objeto.
¿POR QUÉ TIENE BURBUJAS EL CAVA?
La tradición dice que “las burbujas se suben a la cabeza”, pero todos sabemos que lo que se sube es la mezcla de cerveza, vino, cava y licores.
Las burbujas del cava tienen su origen en la fermentación del alcohol. El mosto de la uva cambia su azúcar por alcohol cuando se deja madurar encerrado en cubas sin intercambio de oxígeno. En esa reacción química se convierten cadenas de 6 carbonos en otras de sólo 2, y claro, se desprenden 4 moléculas de CO2. Esas moléculas son gaseosas y forman burbujas en la mezcla de agua y alcohol que es el vino.
Una vez fermentado (para lo cual se necesitan microorganismos, levaduras) se deja salir el CO2 y se embotella el vino sin este gas. Pero a veces, y generalmente con vino blanco, se embotella antes de que termine el proceso, y el vino sigue fermentando en la botella, lo que da lugar a vinos espumosos como el cava.
Otras veces se induce una segunda fermentación en el vino ya hecho y embotellado añadiéndole azúcar y levadura. Sólo a partir de 1662 se pudieron fabricar vidrios y tapones suficientemente resistentes como para aguantar el aumento de presión en la botella al formarse el CO2.
¿ME DEVUELVES LA MEJILLA?
Incomprensiblemente, la ciencia aún no se ha preocupado de estudiarlo, pero la capacidad de succión de una tía-abuela al dar el beso de bienvenida navideño debe violar alguna que otra ley física fundamental. El beso (ventosa) suele durar mucho, duele y deja una marca delatora que no desaparecerá en horas.
Desde este humilde blog animamos a algún estudiante con buen corazón a hacer una tesis doctoral sobre el tema, a ver si se encuentra la manera de esquivar eficientemente el ataque.