Llevábamos varias horas en la furgoneta cuando la vimos apareced en el horizonte. Parecía una delirante fortaleza de arena y era mucho más majestuosa de lo que me había imaginado. Una antigua kasbah abandonada en la cima de una montaña, como tenue retazo de un sueño en las mil y una noches (pero Alah es más sabio, más prudente más poderoso y más benéfico).
El camino que ascendía la montaña era sinuoso, de tierra y piedra vieja. Hacía rato que le insistíamos al conductor que debía ir más rápido. El Sol estaba ya muy bajo y queríamos llegar antes de la puesta. Pero a él no parecía importarle mucho nuestra impaciencia, habíamos ido hasta ahí para hacer fotografías nocturnas y aún eran las siete de la tarde, “prisa mata amigo”. Era imposible que entendiera que parte de la magia del viaje estaba en sentir como la oscuridad se deslizaba, lentamente, por las paredes ocres de la kasbah. Mirar el cielo anaranjado a través de los techos semiderruidos, e imaginar cómo brillaría la Vía Láctea en unas pocas horas.
Era Noviembre, el aire estaba fresco y limpio, el Atlas marroquí nos abría sus puertas.
Chez Yacob
Habíamos partido de Marrakech esa mañana temprano. El destino: la kasbah Chez Yacob, junto a un pequeño pueblo y a un oasis. Su altura y su lejanía de cualquier núcleo urbano importante nos garantizaban un cielo espectacular. Al frente de la expedición estaban Manel Sòria y Maria Rosa Vila, de Imáginem, una empresa dedicada a experiencias fotográficas. Yo les conocía de hacía un tiempo y cuando supe que preparaban un viaje para hacer astrofotografía en el Atlas no me lo pensé dos veces.
Cuando por fin llegamos a la kasbah el Sol empezaba a ponerse. Seguimos a Manel por las galerías hasta llegar a una ventana gastada. Desde ahí pudimos ver como el espectacular oasis que se extendía a los pies de la kasbah era engullido por la oscuridad. Y con ella llegó el espectáculo. Un mar de estrellas que parecían estar al alcance de la mano. Un tesoro que en España nos es velado gracias a nuestra luminosa tecnología.
No sé cuantas horas estuvimos ahí haciendo fotografías. Recuerdo que tomamos te bajo las estrellas fugaces y que en un momento dado corrimos en busca de la silueta de una hermosa acacia.
Aquí tenéis una selección de fotos de esa noche:
Kasbah de El Glaoui
El día siguiente nos tocaba movernos de nuevo. Con las imágenes de la noche anterior diluyéndose aún en el fondo de nuestras retinas, nos dirigimos al corazón del Atlas. Ahí nos esperaba otra kasbah espectacular. Antigua residencia del “Último Señor del Atlas”, resistía el paso del tiempo entregada al olvido. Sin embargo, aún conserva parte del lujo y la solemnidad de sus mejores tiempos: techos de madera de cedro tallada y policromada, suelos de mármol de gran pureza, cristaleras, columnas y ventanas talladas por más de 300 personas durante 3 años.
Desde su inmensa terraza volvimos a ser testigos de la noche. Una noche en mayúsculas, igual que las que disfrutaron desde ahí mismo los miembros de la familia El Glaoui, los que fueran dueños de gran parte del Atlas hace más de un siglo.
Las siguientes fotos fueron tomadas desde ahí:
Datos y Curiosidades
-La Vía Láctea es la galaxia a la que pertenecemos. Tiene forma de espiral y nuestro Sistema Solar se encuentra en la parte exterior de uno de sus brazos.
-El nombre de Vía Láctea significa camino de leche en latín. La mitología griega explica que se trata de leche derramada del pecho de la diosa Hera.
-El diámetro de esta espiral es de unos 100.000 años luz (aproximadamente 1 trillón de km). Se calcula que contiene entre 200 mil millones y 400 mil millones de estrellas.
-Algunos de los mejores sitios para realizar astrofotografía en España son: La isla de la Palma, el Teide en Tenerife y el norte de Gredos. En el siguiente enlace se puede ver un mapa de la penísnula con los niveles de contaminación lumínica.
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