¿Os imagináis el árbol genealógico de todas las especies de seres vivos que habitan o han habitado nuestro planeta?
Un sinfín de animales, plantas, hongos y microbios que han evolucionado a partir de otros que, a su vez, están ligados a especies ya desaparecidas… y así hasta recorrer cada una de las líneas evolutivas que convergen en el inicio de la vida en la Tierra, hace 3,5 mil millones de años.
Hasta el momento hemos sido capaces de catalogar alrededor de 2,3 millones de especies y, lo más impactante, ya se está realizando este fabuloso árbol de la vida.
Del rinoceronte al e-coli, del champiñón hasta el sequoia, cualquier ser vivo que se te ocurra aparece, junto a toda la información conocida sobre su línea evolutiva.
¿Quieres más? Ok, pues aquí viene lo mejor: lo puedes consultar online y de manera gratuita! Para ello sólo debes seguir el siguiente enlace y trastear en la página: tree.opentreeoflife.org
Este increíble árbol de la vida es fruto de la colaboración de once instituciones que han reunido la información contenida muchos pequeños árboles publicados a lo largo de las últimas décadas.
“Este es el primer intento real de conectar los puntos y ponerlos todos juntos,” explica Karen Cranston, una de las principales responsables del proyecto e investigadora de la Universidad de Duke. “Hay que pensar en ello como la Versión 1.0.”
Al final lo que se ha conseguido es un recurso digital parecido a una wikipedia de los seres vivos, con información que puede ser consultada, compartida y descargada. Y la verdad es que uno se puede perder entre tanto nombre científico… ¡A mi me ha costado un buen rato encontrar al Homo sapiens entre tanto Uncultured bacterium y Flosmaris mutsuensis!
Su utilidad, más allá de un interesante pasatiempos para profanos, radica en las relaciones evolutivas que revela. Uno puede distraerse buscando cual es la relación entre el ornitorrinco y el escarabajo pelotero o encontrando tíos segundos de los chihuahuas, pero para muchos investigadores un exhaustivo árbol de la vida es de vital importancia. Entender de que manera se relacionan entre ellas los millones de especies en la Tierra ayudará a descubrir nuevos fármacos, mejorar cosechas, evitar extinciones o entender el origen de enfermedades infecciosas tales como el SIDA, el Ébola o la gripe.
Conectando ramas
Investigaciones de todo tipo han proporcionado, durante los últimos siglos, información muy valiosa sobre especies de seres vivos y sus relaciones. La propia visión del concepto de evolución ha cambiado dramáticamente a lo largo de la historia. Así, hasta la fecha, se han ido confeccionando decenas de miles de pequeños árboles genealógicos por separado, algunos con más de 100.000 especies.
El trabajo que ha llevado a confeccionar este gran árbol de la vida ha consistido en agrupar toda esta información, con el fin de lograr relacionar todas las especies conocidas. ¡Se trata de conectar ramas ya estudiadas, para obtener el gran árbol!
El resultado que se muestra online es, por el momento, fruto del trabajo sobre 500 árboles pequeños obtenidos de estudios previos. Un trabajo mucho más complejo de lo que podría parecer, pues al unificar en un solo árbol global la información de miles de investigaciones parciales, han aparecido contradicciones, problemas de nomenclatura y errores al escribir nombres. El murciélago colorado, por ejemplo, ha sido históricamente catalogado bajo dos nombres científicos diferentes: Lasiurus borealis y Nycteris borealis.
Otra importante dificultad que han encontrado los investigadores es la obtención de los datos. El estudio de más de 7.500 trabajos filogenéticos publicados entre el año 2000 y el 2012 en más de 100 revistas especializadas demuestra que sólo uno de cada seis tiene los datos en un formato digital que pueda descargarse.
Por desgracia, la gran mayoría de los pequeños árboles genealógicos están publicados en formato PDF o como imágenes, de manera que no pueden ser incorporados en el trabajo. “Hay una gran distancia entre la suma de lo que los científicos conocen sobre los seres vivos y lo que está disponible digitalmente,” dice Cranston.
Ésta es la razón de que la información que se muestra en la web no siempre coincida con la opinión de los expertos (especialmente en las ramas de los insectos y los microbios). Hace falta un compromiso por parte de la comunidad científica de proporcionar datos fácilmente manejables si se quiere llegar a un gran esquema que satisfaga a todo el mundo.
“Tan importante como mostrar lo que sabemos sobre las relaciones, este árbol también revela lo que no sabemos,” dice el co-autor de la investigación Douglas Soltis, de la Universidad de Florida.
Para ayudar a llenar esos vacíos, el equipo está desarrollando un software que permitirá a investigadores de todo el mundo registrarse y revisar el árbol a medida que van descubriendo nuevos datos.
“Es muy importante compartir datos de trabajos ya publicados y de los que se publicarán en el futuro si queremos mejorar el árbol,” dice Cranston.
A mi me parece un gran proyecto. Una de esas iniciativas con vocación unificadora que, de seguir adelante, puede sentar un importante precedente en el mundo de la ciencia. A los investigadores nos gusta mucho publicar y ser leídos, pero cuando se trata de compartir datos, ahí la cosa ya se pone más complicada.
“Hace 25 años la gente opinaba que este objetivo de obtener grandes arboles genealógicos era imposible,” explica Soltis. “El árbol,de la vida en versión abierta es un importante punt de partida que otros investigadores pueden refinar y mejorar a lo largo de las próximas décadas.”