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Narcisos crecen en los parques de Londres por estos días. Esto no sería tan sorprendente si estuviéramos en Marzo y la primavera se avecinara. Pero las altas temperaturas que se sienten, no sólo en Londres sino en toda Europa en estas primeras semanas de Diciembre, tienen confundida hasta a las plantas.

Y no es para menos. La Oficina Meteorológica Británica estima que el 2015 será el año más cálido de la historia, desde que se empezaron a tomar medidas en el siglo XIX. Este año, al aumento de la temperatura terrestre del planeta causado por la emisión humana de gases de efecto invernadero, se le suma el llamado “fenómeno del niño”, anomalía cíclica en los patrones meteorológicos causada por el calentamiento de las aguas del Océano Pacífico que fortalece los efectos generados por el cambio climático.

Y mientras algunas personas celebran las buenas temperaturas de estos días para hacer las compras navideñas en varias ciudades europeas, las consecuencias en otras partes del mundo que no cuentan con la infraestructura para soportar los cambios dramáticos del clima se están empezando a sentir. Una fuerte temporada de ciclones y lluvias ha traído inundaciones al sureste asiático mientras que una sequía arrasa con cosechas en varias partes de África, afectando a mas de 39 millones de personas según el Departamento Británico para el Desarrollo Internacional.

Este año marcó un hito en la historia del calentamiento global. El planeta sobrepasó el grado centígrado de calentamiento desde su época pre-industrial. El uso de combustibles fósiles para movilizar la economía moderna ha producido millones de toneladas métricas de gases que, como el metano y el dióxido de carbono, absorben la radiación solar, aumentando así la temperatura de la superficie planetaria.

Con el propósito de frenar la producción de estos gases y prevenir las peores consecuencias de un aumento descontrolado de la temperatura global, 195 países se dieron cita en la Conferencia de Cambio Climático mas ambiciosa de la historia.

Entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre, se llevó a cabo en París la XXI Conferencia sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas. El compromiso alcanzado en esta cita de líderes y expertos mundiales ha sido celebrado como un éxito y un punto de inflexión en la lucha contra el cambio climático.   

El acuerdo de París tiene como meta principal prevenir el incremento de la temperatura global en más de 2°C, haciendo un esfuerzo por limitar el incremento a tan sólo 1,5°C. Además, el acuerdo fomenta las capacidades de adaptación y resistencia a los impactos negativos del cambio climático y estimula el flujo internacional de financiación a los países en desarrollo, para buscar formas de crecimiento que no generen gases de efecto invernadero.

El mecanismo principal en el acuerdo, a través del cual se espera lograr estos objetivos, es mediante las llamadas “contribuciones previstas determinadas a nivel nacional”. Éstas se refieren a metas de producción de CO2 y otros gases de efecto invernadero fijadas por cada país voluntariamente, las cuales tienen que ser reportadas y re-evaluadas cada cinco años.

From L-R, Christiana Figueres, Executive Secretary of the UN Framework Convention on Climate Change, United Nations Secretary-General Ban Ki-moon, French Foreign Affairs Minister Laurent Fabius, President-designate of COP21 and French President Francois Hollande react during the final plenary session at the World Climate Change Conference 2015 (COP21) at Le Bourget, near Paris, France, December 12, 2015. REUTERS/Stephane Mahe TPX IMAGES OF THE DAY - RTX1YERL

Líderes políticos y organizadores de la Conferencia sobre Cambio Climático de París 2015 celebran el acuerdo en la sesión plenaria del pasado 12 de diciembre. Fuente: REUTERS/Stephane Mahe.

Compromisos no vinculantes

Desafortunadamente, las metas fijadas por cada país dentro de este esquema no son vinculantes. Asimismo, no se incorporó un mecanismo de cumplimiento y no se crearon herramientas para multar a los países que no cumplan con sus compromisos. El mecanismo creado depende de que entre los países se nombre y avergüence a aquellos que no cumplan con sus metas, y espera que esto sea suficiente para hacerlos cumplir.

Mientras muchos celebran la existencia de un acuerdo que, aunque imperfecto, sienta las bases para empezar a trabajar sobre metas claras, otros ven en esta falta de mecanismos que observen y comprometan legalmente a los países a cumplir con sus propios objetivos una gran debilidad.

James Hansen, ambientalista, antiguo científico de la NASA y una de las primeras personas en hablar públicamente del cambio climático, llamó al tratado un “fraude” por ser “sólo promesas” y criticó su falta de “acciones concretas”. El científico estadounidense y otras voces dentro del movimiento ambientalista ven con preocupación que en el acuerdo no se hayan incluido incentivos claros para reducir la demanda de hidrocarburos y darle espacio para competir a las energías renovables.

A pesar de que el acuerdo de París esté siendo celebrado como un hito en la lucha contra el cambio climático, su falta de inclusión de mecanismos claros para lograr el cumplimiento de compromisos genera mucha incertidumbre sobre su efectividad.   

De no funcionar este acuerdo, y a medida que cada año continuamos batiendo records de ser el periodo más caluroso registrado, nos veremos en la pronta necesidad de volver a tener un encuentro como el recién celebrado en París y replantear nuestra estrategia para un situación de mayor urgencia.

Escrito por: Daniel Silva


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