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Nuevos fósiles aumentan el misterio. ¿Quiénes fueron los primeros pobladores de América?

Hace unos años hice una de esas pruebas genéticas personalizadas para determinar mi ascendencia genética.

En muchas familias latinoamericanas, como en la mía, crecimos con relatos sobre nuestros antepasados europeos y sus historias de aventuras, escapando de alguna guerra o simplemente buscando nuevas oportunidades. Rara vez escuchamos las historias de nuestras raíces indígenas. Sin embargo, la falta de interés, la ignorancia o el simple racismo no son las únicas razones por las que no sabemos casi nada de nuestros antepasados nativos de este continente. Mucha información se ha perdido en medio del caos de los últimos cinco siglos, lo que ha hecho aún más difícil rastrear nuestros ancestros y sus historias.  

Por estas y otras razones, nunca he tenido una noción clara sobre quiénes fueron mis antepasados indígenas y de que parte de la familia venían. Y, aunque probablemente nunca sabré con certeza quienes fueron aquellos ancestros que vivieron en este continente por milenios antes de la llegada europea, el resultado de la prueba genética me dio una pequeña ventana de información sobre quiénes fueron estas personas y de que parte de mi familia venían.

Según el informe de la prueba genética, mi ADN mitocondrial – el cual solo se transmite en una cadena ininterrumpida de mujeres a través de la madre – muestra que mis antepasados matrilineales cruzaron el estrecho de Bering hace miles de años y lentamente migraron hacia el sur hasta establecerse en lo que hoy conocemos como Colombia. La mamá de la mamá de la mamá de la mamá, y así por unas 600 o más generaciones de mujeres hasta mi madre, fue una de esas personas que venía en esos pequeños grupos familiares y que se aventuraron a cruzar hasta este continente, convirtiéndose así en uno de los primeros habitantes humanos de este nuevo mundo.

La mayoría de la evidencia, tanto arqueológica como genética, apunta a que esa es la hipótesis más probable de cómo llegaron los primeros habitantes a América. Pero un nuevo estudio, publicado la semana pasada en la revista Nature, argumenta que esos colonos, incluida mi tataratataratatara.tatarabuela, no fueron los primeros humanos en caminar estas tierras.

Según la narrativa tradicional sobre las primeras migraciones humanas al continente americano, pequeños grupos de cazadores cruzaron desde Asia durante la última edad de hielo, cuando los dos continentes estaban conectados por un puente terrestre. El análisis genético de los restos humanos más antiguos encontrados indican que seres humanos ya habitaban buena parte del continente por lo menos hace 14.000 años.

Fósiles como la llamada Eva de Naharón (encontrada en la Península de Yucatán, México) y el esqueleto llamado Naia (encontrado en 2007 en Tulum, México) parecen confirmar que las primeras migraciones humanas a las Américas ocurrieron a través del estrecho de Bering en oleadas de pequeños grupos. Sin embargo, estas pruebas decisivas de presencia humana no resuelven la pregunta de cuándo ocurrieron estos movimientos humanos.  

El análisis genético hecho a fósiles y a poblaciones indígenas en varias partes del continente, parece indicar que hubo una primera migración a la región que hoy es Alaska y el norte de Canadá hace alrededor de 35.000 años. Sin embargo, todo parece indicar que ésta se detuvo ahí durante unos 20.000 años, a causa de las diferentes barreras geográficas (glaciares, montañas) que impidieron su avance hacia el resto del continente. Después, una vez el clima empezó a mejorar hacia finales de la edad de hielo, esas poblaciones lentamente migraron hacia el sur extendiéndose, en un relativo corto tiempo, por todo el continente hasta Tierra del Fuego.

Calavera y húmero de Naia, en el fondo de una cueva sumergida en Tulum (Méjico). Fuente: INAH

Un enorme salto en el tiempo

A pesar de que, como acabamos de ver, casi toda la evidencia apunta a que la llegada de los primeros humanos a América ocurrió entre los 35.000 años y 15.000 años, el nuevo artículo amplía por un enorme margen esta fecha.

Un grupo de arqueólogos y geólogos liderados por Tom Deméré, del Museo de Historia Natural de San Diego, analizó el esqueleto de un mastodonte encontrado durante la construcción de una carretera en 1992 en el estado de California. Según este grupo de expertos, las pruebas encontradas en el esqueleto parecen sugerir que hubo presencia humana en esa zona hace 130.000 años.

¡Estos son por lo menos 100.000 años antes de lo que se creía! La noticia, de ser cierta, revolucionaria nuestro entendimiento de la historia humana en el continente americano.

La clave del hallazgo parece radicar en que los huesos del animal muestran fracturas similares a aquellas que pueden ser hechas por herramientas humanas. Estos huesos además fueron encontrados cerca de piedras del tamaño de la mano humana, que, según los arqueólogos que los analizaron, habrían sido utilizadas para extirpar la carne del hueso.

Sin embargo, aunque el artículo fue escrito por un grupo de científicos de reputación y publicado en uno de los journals científicos más prestigiosos, hay mucho escepticismo alrededor de los resultados presentados.  

En efecto, algunos científicos creen que los huesos pudieron ser rotos por causas naturales – como por ejemplo por la misma excavación de estos. Otros alegan que las piedras encontradas son demasiado simples, comparadas con muchas de las herramientas del mismo periodo encontradas en otras partes del mundo.

Así, para aclarar un poco la controversia, se están realizando análisis de rastros genéticos en las piedras para determinar si fueron utilizadas para romper estos huesos.

El hallazgo de estos huesos de mastodonte fue clave para la investigación publicada en Nature. En el centro se pueden ver dos grandes cabezas de fémur y en la parte inferior izquierda una costilla rota. Fuente: SAN DIEGO NATURAL HISTORY MUSEUM

Reescribiendo la historia

Sin embargo, a pesar de todas las críticas que ha recibido el estudio, éste podría abrir la posibilidad a una nueva historia del continente. Por un lado, el hallazgo podría indicar la presencia en tierras americanas, no de humanos como nosotros, sino de primos cercanos como los Homo Neandertal o los Homo Denisovensis.  

Además, ésta podría ser una clara evidencia de que hubo varios intentos de migración que fracasaron antes de que algún grupo exitoso lograra convertir el continente en su nuevo hogar, tras cruzar las difíciles barreras naturales.

El debate sobre quiénes fueron esas primeras familias que cruzaron el estrecho de Bering, cómo lo lograron y cómo se desplazaron a lo largo del continente seguramente continuará por muchos años.

Pero lo que sí está claro es que, aunque hayan habido muchos intentos de poblar el continente que fracasaron, en algún momento hubo un pequeño grupo que, con increíbles esfuerzos, cruzó, se esparció y llegó a todos los rincones de América. Y nosotros, sus descendientes, somos la prueba de su éxito.

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Escrito por: Daniel Silva

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