Yuval Noah Harari, profesor de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén, intenta explicar en “De animales a Dioses” cómo logró el Homo sapiens pasar de ser “un animal insignificante que se ocupaba de sus propias cosas en un rincón de África” a “convertirse en un dios”. Su escritura es fresca y directa, llena de ejemplos y explicaciones adecuadas para los no expertos. Pero lo que me pareció más interesante es que el autor…

Lo interesante del relato de Borges “Del Rigor en la Ciencia”, es que sirve de punto de partida para reflexionar sobre el propio concepto de realidad. Hoy en día estamos en plena era de la simulación 3D, de los logotipos, la mercadotecnia y el GPS. La realidad nos llega a través de las noticias que leemos en la prensa, de las tertulias de televisión o del navegador del coche. Información adulterada o procesada que tomamos como cierta sin pestañear…

“Entre los arcos de una calle distante, el reloj de la torre suena seis veces y luego se detiene. El joven está encorvado sobre el escritorio. Ha llegado al despacho de madrugada, después de otra conmoción. Está despeinado y sus pantalones son demasiado grandes. Tiene en la mano veinte páginas arrugadas, su nueva teoría sobre el tiempo que hoy mismo enviará por correo a la revista alemana de física…”

Podrá parecer tendencioso que sea yo quien haga esta afirmación, pero igual la voy a hacer: Los físicos solemos ser bichos raros, personas que aunamos la pasión por la ciencia con una rara curiosidad hacia casi todo lo demás. Sí, somos freaks, ¡pero de los buenos!

¿Y qué pasaría si metiéramos a uno de esos freaks en una batidora (una gigante y sin cuchillas, se entiende), y le añadiéramos un intelecto sobresaliente, varias dosis de humanismo y mucha alegría por la vida?

En los años de instituto hay hechos que marcaron nuestra vida de manera decisiva. Amigos que durarán para siempre, el primer amor, algún profesor que te estimula,… todo esto nos afecta decisivamente en una época en la que cristaliza una parte de lo que luego seremos.

Recuerdo perfectamente la impresión que me causó la primera lectura de 100 Preguntas Básicas sobre la Ciencia. Debía tener unos 15 años y nos tocaba hacer un trabajo sobre el libro, para la asignatura de física. Algunas preguntas me las había hecho ya antes, pero muchas otras hablaban de aspectos que desconocía totalmente.